15 DE ENERO...
AGASAJAMOS A NUESTRO QUERIDOS Y QUERIDAS MAESTROS Y MAESTRAs DEL PLANTEL....
Aquí dejamos una pequeña historia, para sentirnos orgullosos de Educar...
...leela es sólo para tí, que eres un gran maestro y una gran maestra...
LA MAESTRA CONCHITA
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Mientras
estuvo al frente de su clase de 5º grado, el primer día de clase lo iniciaba
diciendo a los niños una mentira...
Como la
mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos y les decía que a
todos los quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera
fila, desparramado sobre su asiento estaba un niño llamado Pedrito Morales.
Seño
Conchita había observado a Pedrito desde el año anterior y había notado que él
no jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy descuidada y constantemente
necesitaba darse un buen baño.
Pedrito
comenzaba a ser un tanto desagradable. Llegó el momento en que Seño Conchita
disfrutaba al marcar los trabajos de Pedrito con un lapicero rojo haciendo una
gran X y colocando un cero muy llamativo en la parte superior de sus tareas.
En la
escuela donde Seño Conchita enseñaba, le era requerido revisar el historial de
cada niño, ella dejó el expediente de Pedrito para el final.
Cuando
ella revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa. La Profesora de primer
grado escribió: “Pedrito es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual.
Hace su trabajo de una manera limpia y tiene muy buenos modales... es un placer
tenerlo cerca".
Su
profesora de segundo grado escribió: “Pedrito es un excelente estudiante, se lleva
muy bien con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una
enfermedad incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil".
La
profesora de tercer grado escribió: "Su madre ha muerto, ha sido muy duro
para él. Él trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho
interés y el ambiente en su casa le afectará pronto si no se toman ciertas
medidas".
Su
profesora de cuarto grado escribió: “Pedrito se encuentra atrasado con respecto
a sus compañeros y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos
amigos y en ocasiones duerme en clase".
Ahora
Seño Conchita se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella
misma. Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos les llevaron sus regalos
del Día del Maestro, envueltos con preciosos moños y papel brillante, excepto
Pedrito. Su regalo estaba mal envuelto con un papel amarillento que él había
tomado de una bolsa de papel.
A Seño
Conchita le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros presentes.
Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un
frasco de perfume con solo un cuarto de su contenido.
Ella
detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete
mientras se lo probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca.
Pedrito
Morales se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir:
“Seño
Conchita, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá".
Después
de que el niño se fue ella lloró por lo menos una hora.
Desde ese
día, ella dejó de enseñarles a los niños matemática, a leer y a escribir.
En lugar
de eso, comenzó a educar a los niños. Seño Conchita puso atención especial en
Pedrito.
Conforme
comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo
apoyaba, él respondía más rápido. Para el final del ciclo escolar, Pedrito se
había convertido en uno de los niños más aplicados de la clase y a pesar de su
mentira de que quería a todos sus alumnos por igual, Pedrito se convirtió en
uno de los consentidos de la maestra.
Un año
después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Pedrito, diciéndole
que ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Seis
años después por las mismas fechas, recibió otra nota de Pedrito, ahora
escribía diciéndole que había terminado la preparatoria siendo el tercero de su
clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su vida.
Cuatro
años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las
cosas fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los
más altos honores. Él le reiteró a Seño Conchita que seguía siendo la mejor
maestra que había tenido en toda su vida y su favorita.
Cuatro
años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de
que concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella
seguía siendo la mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su
nombre se había alargado un poco, la carta estaba firmada por el Doctor Pedro
Fernando Morales.
La
historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Pedrito ahora decía
que había conocido a una chica con la cual iba a casar.
Explicaba
que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a Seño Conchita
si le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la
madre del novio, por supuesto, Seño Conchita acepto y adivinen...
Ella
llega usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Pedrito
recordaba que usó su madre, la última Navidad que pasaron juntos. Se dieron un
gran abrazo y el Dr. Morales le susurró al oído, "Gracias Seño Conchita
por creer en mí. Muchas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que
yo puedo hacer la diferencia".
Seño Conchita
con lágrimas en los ojos, tomó aire y dijo, “Pedrito, te equivocas, tú fuiste
el que me enseñó a mí que yo puedo hacer la diferencia.
"No
sabía cómo educar hasta que te conocí".
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